EGIPTO NÓRDICO
Nordic Egypt
Nordic Egypt
En 1902, E. A. Wallis Budge, el reconocido antropólogo, describió a los egipcios predinásticos de la siguiente forma:
“Los egipcios predinásticos, es decir, el estrato de egipcios nativos del norte de África, pertenecían a una raza blanca o de piel y cabello claros, similar en muchos aspectos a los libios, quienes en los últimos tiempos históricos vivían cerca de la orilla occidental del Nilo” [E. A. W. Budge, Egypt in the Neolithic and Archaic Periods (London: Kegan Paul, Trench & Trübner, 1902), p. 49.]
Más tarde, en el mismo libro, Budge habla de una estatuilla predinástica en la que: “sus ojos están formados por incrustaciones de lapislázuli, por lo cual se nos de a entender que la mujer aquí representada tenía ojos azules.” [Ibid., p. 51.]
En 1925, el catedrático de Oxford L. H. Dudley Buxton, escribió lo siguiente sobre los cráneos del Antiguo Egipto:
“Entre los cráneos antiguos de Tebaida, en la colección del Departamento de Anatomía Humana de Oxford, hay ejemplares que indudablemente deben ser considerados como de tipo nórdico. Si esto es así, parece probable que hayan entrado a Egipto con otros elementos alógenos que empezaron a filtrarse desde Asia en los primeros tiempos dinásticos. Podemos dudar hasta qué punto los nórdicos formaron una parte considerable en la población, pero estos ejemplares prueban su existencia.” [L. H. D. Buxton, The Peoples of Asia (London: Kegan Paul, Trench & Trübner, 1925), p. 50.].
Harry R. Hall, el conservador de Antigüedades Egipcias del Museo Británico en la década de 1920, tenía algo que decir acerca de los invasores que formaron el tipo egipcio de los comienzos del periodo dinástico:
“Las representaciones más antiguas de los gobernantes egipcios, que pueden presumir de su pertenencia a esta raza, muestran un claro tipo europeo central e incluso nórdico, y es muy probable que estos invasores pertenecieran a una de las primeras migraciones que desde las regiones nórdicas se dirigieron hacia el sur cruzando Siria, posiblemente después de un periodo de asentamiento en ese lugar”. [H. R. Hall, A General Introductory Guide to the Egyptian Collections in the British Museum (London: Harrison & Sons, 1930), p. 24.]
Más tarde, en la misma obra, se refiere a los “invasores del norte”, que formaron una “aristocracia de origen noreuropeo (y posiblemente nórdico)” [Ibid., p. 25.]
El antropólogo físico estadounidense J. J. Lawrence Angel estudió una serie de cráneos que datan del periodo predinástico, hasta la época de los Ptolomeos. Llegó a la conclusión de que durante la invasión a Egipto por los hicsos (XV Dinastía), el Bajo Egipto fue colonizado por un gran número de personas “del tipo nórdico-iranio”. [J. L. Angel, "Biological Relations of Egyptian and Eastern Mediterranean Populations during Pre-dynastic and Dynastic Times." Journal of Human Evolution I (1972) pp. 307-313.]
El antropólogo físico escocés Robert Gayre ha escrito que, en su opinión:
“El Antiguo Egipto era esencialmente una penetración de elementos raciales caucasoides en África… Esta civilización surgió del asentamiento de mediterráneos, armenoides, atlánticos e incluso nórdicos en el norte de África…” [R. Gayre of Gayre, Miscellaneous Racial Studies, 1943-1972 (Edinburgh: Armorial, 1972), p. 85.]
Cuando el arqueólogo ingles Howard Carter excavó la tumba de Tutankamón en 1922, descubrió en la tesorería un sarcófago de madera. Dentro había un recuerdo de la amada abuela de Tutankamón, la Reina Tiye: “un rizo castaño de su cabello”. [C. Desroches-Noblecourt, Tutankhamen: Life and Death of a Pharaoh (Harmondsworth: Penguin Books, 1972), p. 65.]
La Reina Tiye (XVIII Dinastía) era la hija de Thuya, una sacerdotisa del dios Amón. La momia de Thuya, encontrada en 1905, tiene cabello largo y rubio rojizo. Los exámenes realizados sobre la momia de Tiye mostraron que poseía un sorprenden parecido con su madre. [B. Adams, Egyptian Mummies (Aylesbury: Shire Publications, 1988), p. 39.]
La egiptóloga francesa Christiane Desroches-Noblecourt, tiene algo para decir sobre la famosa belleza egipcia, la reina Nefertiti: “…su belleza era del tipo noble tebano visto en las pinturas de la necrópolis…”. Continúa diciendo: “…el busto de color, que ahora se encuentra en Berlín, muestra el tono rosado de su piel, lo que sugiere que tuvo la precaución de evitar la luz solar o que, como alternativa, era de origen noreuropeo”. [Desroches-Noblecourt, op. cit., p. 90.]
Una pintura de la madre del faraón Amenhotep IV (XVIII Dinastía) revela que ella tenía el cabello rubio, los ojos azules y la piel rosada. [W. Sieglin, Die blonden Haare der indogermanischen Völker des Altertums (Munich: J. F. Lehmanns Verlag, 1935), p. 132.]
La princesa Ranofri, hija del faraón Tutmosis III (XVIII Dinastía), es representada como rubia en una pintura mural registrada en el siglo XIX, por el egiptólogo italiano Ippolito Rosellini. [Ibid., p. 132.]
En 1929, los arqueólogos descubrieron la momia de cincuenta años de edad de la Reina Meryet-Amón (otra hija de Tutmosis III); la momia tiene el cabello ondulado, de color castaño claro. [R. B. Partridge, Faces of Pharaohs (London: Rubicon Press, 1994), p. 91.]
El egiptólogo americano Donald P. Ryan, excavó la tumba KV 60, en el Valle de los Reyes, en el trascurso de del año 1989. En el interior, halló la momia de una mujer de la realeza, a quien identificó por un largo tiempo como la gran Reina Hatshepsut (XVIII Dinastía). Ryan describe a la momia de la siguiente forma:
“La momia estaba mayormente desenvuelta y boca arriba. Mechones de cabello rubio rojizo se encontraban en el suelo, debajo de su cabeza calva” [Ibid., p. 87.]
Manetón, un sacerdote grecoegipcio que floreció en el siglo III a. C., escribió en su Historia egipcia, que el último gobernante de al VI Dinastía fue una mujer conocida como Reina Nitocris. Sobre ella, afirma:
“Hubo una reina Nitocris, más valiente que todos los hombres de su tiempo, más bella que todas las mujeres, de cabello rubio y mejillas rosadas. Por ella, se dice, se levantó la tercera pirámide, con el aspecto de una montaña” [W. G. Waddell, Manetho (London: William Heinemann, 1980), p. 57.]
De acuerdo con los autores greco-romanos Plinio el Viejo, Estrabón y Diodoro de Sicilia, la Tercera Pirámide fue construida por una mujer llamada Rhodopis. Traducido desde el griego original, su nombre significa “de mejillas rosadas” [G. A.Wainwright, The Sky-Religion in Egypt (Cambridge: University Press, 1938), p. 42.]
También debemos notar que una tumba pintada, registrada por el egiptólogo alemán C. R. Lepsius en la década de 1840, representa a una mujer rubia llamada Hetepheres (alrededor de la V Dinastía). El investigador alemán Alexander Scharff observó que ella era descripta como una sacerdotisa de la diosa Neith, una deidad sagrada para los libios de cabello rubio de la región del delta. Continúa diciendo que su nombre es el mismo que el de la reina Hetepheres II, también mostrada con cabello claro, en una pintura ubicada en la pared de la tumba de la reina Meresanj III. Dedujo de todo esto que las dos mujeres debían de estar vinculadas, y sugirió que Egipto, durante la Era de las Pirámides, fue dominado por una élite de mujeres rubias. [A. Scharff, "Ein Beitrag zur Chronologie der 4. ägyptischen Dynastie." Orientalistische Literaturzeitung XXXI (1928) pp. 73-81.]
La vigésima oración del capítulo 141 del antiguo Libro de los Muertos egipcio, está dedicada “a la Diosa muy amada, de roja cabellera”. [E. A. W. Budge, The Book of the Dead (London: Kegan Paul, Trench & Trübner, 1901), p. 430.]. En la tumba del faraón Merenptah (XIX Dinastía), hay representaciones de diosas pelirrojas. [N. Reeves & R. H. Wilkinson, The Complete Valley of the Kings (London: Thames & Hudson, 1997), p. 149.]
En el Libro de los Muertos, los ojos de Horus son descritos como “resplandecientes” o “brillantes”, mientras que otro pasaje se refiere más explícitamente a “Horus el de los ojos azules” [Budge, op. cit., pp. 421 & 602.]. En el capítulo 140 de dicho libro se afirma que el amuleto conocido como “Ojo de Horus” (usado para alejar el “mal ojo”), siempre debe elaborarse con lapislázuli, un mineral de color azul. [Ibid., p. 427.] Cabe notar que la diosa Uadyet, quien simboliza el Ojo Divino de Horus, estaba representada con una serpiente (una cobra, para ser precisos), y su nombre, cuando es traducido desde el egipcio, significa “azul-verde” [A. F. Alford, The Phoenix Solution (London: Hodder & Stoughton, 1998), pp. 266-268.] Curiosamente, los antiguos escandinavos decían que cualquiera que tuviera ojos azules (y que por ende tuviera el poder del “mal ojo”) tenía una “serpiente en el ojo”, y los ojos azules se comparaban frecuentemente con los ojos de una serpiente. [F. B. Gummere, Germanic Origins (London: David Nutt, 1892), pp. 58, 62.]
En los antiguos Textos de las pirámides, se decía que los Dioses tienen los ojos azules y verdes. [Alford, op. cit., p. 232.] El autor greco-romano Diorio de Sicilia (I, 12) dice que los egipcios pensaban que la diosa Neith tenía ojos azules. [C. H. Oldfather, Diodorus of Sicily (London: William Heinemann, 1968), p. 45.]
Un texto de la mammisi de Isis en Dendra, afirma que la diosa fue dada a luz con la forma de una “mujer rubicunda” [J. G. Griffiths, De Iside et Osiride (Cardiff: University of Wales Press, 1970), p. 451.] Por último, el autor griego Plutarco, en el capítulo 22 de su De Iside et Osiride, afirma que los egipcios pensaban que Horus debía ser de piel clara, y el dios Seth debía tener la tez rubicunda.
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